Me hierve la sangre cuando leo comentarios u oigo frases como “este juguete es para niños” o “esto le encantará porque es para niñas”.
¿A qué estamos jugando cuando nos referimos a un juguete como a “algo para niños” o “algo para niñas”?
¿No somos conscientes de la capacidad limitadora de frases como ésa? ¿De todo lo negativo y de todos los prejuicios que llevan intrínsecos?
Es curioso que puedes tener una conversación con alguien sobre violencia de género o desigualdad entre hombres y mujeres y estar totalmente de acuerdo y que, esa misma persona, puede decir, con toda naturalidad, “¿Por qué a tu hij@ le has comprado un carrito de muñecas? ¡Si eso es para niñas!”.
Una de las mejores cosas de la infancia es la libertad. La libertad absoluta para creer que todo es posible y que todo es bueno. La libertad absoluta para jugar con todo y para darle la vuelta a todo. Por eso es imposible que un niño o una niña comprenda, desde su lógica de libertad, frases de ese tipo.
¿Qué quiere decir que no puedo jugar con un coche? ¿Por qué?
¿Qué quiere decir que las muñecas no son para mí? ¿Por qué?
Si el adulto que ha dicho alguna de estas frases, intentara responder a la pregunta de “por qué” del niño o la niña, acabaría dándose cuenta del absurdo de su propia frase.
Me resulta triste ver cómo la mirada cargada de prejuicios y de estereotipos de los adultos se posa sobre niños y niñas que no sienten nada de eso como propio e intenta limitarl@s, encorsetarl@s, decirles cómo tienen que sentirse, cómo tienen que comportarse, cómo tiene que jugar, qué es para ell@s y qué no lo es.
Me duele ver que todavía hay personas que piensan que hay juguetes para niños y juguetes para niñas.
Me duele que su mundo sea tan pequeño y que tengan una visión tan estereotipada de la realidad.
Me duele que no sean capaces de ver en sus hij@ toda esa libertad y capacidad creadora.
Me duele sobretodo que l@s contaminen con estereotipos y prejuicios que condicionaran su manera de verse a ell@s mism@s y de relacionarse con l@s demás durante toda su vida.
Me duele sobretodo que su mirada limitadora, acabe limitando también a sus hij@s.
Dejémosles ser niños, ser niñas, y jugar libres de los estereotipos y prejuicios de los adultos.
Ell@s no los tienen y por eso son maestr@s.
Ojalá los adultos aprendamos de su libertad y sabiduría.