Jugar es a lo que deberían dedicarse en cuerpo y alma nuestr@s hij@s todo el día. A través del juego crecen, desarrollan su mente, imaginan y aprenden.
A través del juego se divierten y comprenden lo que sucede a su alrededor.
Pero no todos los juegos o juguetes aportan tiempo de juego de calidad. Desde mi punto de vista, no todos los juguetes “son buenos” para que tu hij@ juegue con ellos.
Y aquí es donde creo que nuestra labor como adultos es muy importante. Tenemos que ser conscientes de qué ponemos a su alcance y lo que eso puede conllevar. Deberíamos escoger para nuestros hij@s juegos y materiales que les permitan jugar de forma libre, espontánea, creativa y sin limitaciones.
¿Verdad que no dejarías que tu hij@ vea según qué contenidos televisivos o no te gusta que esuche determinadas palabras ya que consideras que eso es dañino para él/ella? Pues lo mismo sucede con los juguetes.
Yo soy de las que creo que hay “juguetes dañinos”.
Y no me refiero al desarrollo motor o a las habilidades físicas, sino a juguetes que “programan” o “preparan” a nuestros hij@s para que piensen o se sientan de una determinada forma.
Juguetes que les dicen que sólo hay una forma determinada de hacer las cosas, juguetes que les dicen que si hacen o sienten algo que no encaja, están equivocad@s.
Hay juguetes que dan alas y en cambio hay juguetes que son limitadores.
A veces no somos conscientes de esto al comprar o regalar un juguete. A veces nos dejamos llevar por el marketing, por los anuncios, por las modas o por lo que supuestamente es un juguete imprescindible, cuando en realidad ese juguete no aporta juego de calidad para nuestro hij@.
El juego de calidad es aquel que aparece de forma totalmente natural en juguetes y materiales que despiertan la curiosidad de nuestros hij@s, que l@s hacen ser más creativ@s, que respetan sus ritmos, que l@s hacen más libres y más segur@s de sí mism@s.
Nada en los juguetes que damos a nuestros hij@s debería decirles “tienes que ser así, tienes que comporte así, esto es lo que esperamos de ti, aprende a ser de esta determinada manera”.
Los juguetes que dirigen su pensamiento o su forma de ser o sentir son limitadores, son castrantes, son negativos y no deberían existir.
Un juguete en las manos de cualquier niño o niña se transforma y se convierte en cualquier cosa gracias a su imaginación y a su forma de querer comprender y vivir en su entorno.
Prácticamente todos los juguetes en manos de tu hij@ deberían dar alas a su imaginación y creatividad.
Es lo más maravilloso que tenemos en la infancia y que, lamentablemente, el día a día de hacernos adultos nos hace perder – muchas veces de forma totalmente inconsciente hasta que casi ya no somos capaces de generar nuevas ideas o de ver una situación determinada desde otro punto de vista.
La capacidad de crear, de imaginar, de inventar de tu hij@ es innata en él/ella y puedes potenciarla y hacerla crecer si pones a su alcance materiales de juego libre, abierto y creativo con los que se divierta mientras su capacidad creativa está al 100%.
¿Y tú, estás de acuerdo? Nos encantaría leer vuestras opiniones y comentarios al respecto aquí debajo.